Un entrenador de baloncesto tenía dos hijos gemelos. Quería que sus hijos fueran jugadores profesionales de baloncesto cuando crecieran, así que desde pequeños los llevaba a jugar al baloncesto al parque. Siempre ocurría lo mismo, sus hijos querían jugar libremente y divertirse y su padre no se lo permitía. Tenían que seguir los principios y reglas del baloncesto, aunque estuvieran solos y aunque hubieran ido al parque a divertirse.
Como tenían que obedecer a su padre, los niños no se divertían mucho cuando iban a jugar con él. Sin embargo, poco a poco fueron aprendiendo las reglas y los principios y poco a poco fueron mejorando en su forma de jugar. Cuando empezaron el instituto, conocían y seguían bastante bien las reglas y los principios. Cuando jugaban en el colegio, como jugaban según las reglas y los principios, no sólo jugaban mejor que todos los demás compañeros, sino que también se divertían mucho más que los demás.
Lo mismo ocurre en la vida. Muchas veces, sólo queremos divertirnos y disfrutar de las cosas que nos dan placer en esta vida. Por eso, no queremos vivir de acuerdo con los mandamientos y principios morales porque no nos permiten divertirnos y disfrutar de las cosas como nos gustaría.
Sin embargo, si logramos aprender a vivir de acuerdo con los mandamientos, de modo que no sean una carga o una obligación, sino una forma de vida, un hábito virtuoso que construimos y seguimos, no sólo viviremos mucho mejor, sino que también disfrutaremos realmente de la vida. Porque quien vive según los principios morales y los mandamientos católicos, vive según su propia naturaleza, porque los principios morales están pensados para ayudarnos a vivir según nuestra naturaleza.
Si vivimos según nuestra naturaleza y no según nuestras pasiones y nuestros deseos desordenados de placer, vivimos la vida como se debe vivir y eso es lo que nos hace disfrutar realmente de la vida. Vivir en busca de placeres no nos hace disfrutar de la vida, sino que disfrutamos sólo de ese momento que nos da placer y entonces la vida vuelve a ser una carga, porque no se vive según las reglas y los principios adecuados. Sólo podemos disfrutar realmente de la vida si la vivimos como se debe vivir, y los mandamientos y principios de la moral nos ayudan a vivirla así
Ése era el secreto de los santos. Vivían esta vida disfrutando poco o nada de lo que disfruta la gente mundana. Sin embargo, eran más felices que la gente mundana, porque vivir según los principios morales les liberaba de las ataduras de las cosas mundanas y esa libertad, que es la verdadera libertad, les permitía disfrutar de la vida.
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