Nuestra Señora de Luján

Patrona del Instituto del Verbo Encarnado

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El Milagro de Luján

La historia de la devoción a Nuestra Señora de Luján comienza en 1630 cuando Antonio Farías de Sáa, un hacendado portugués de Santiago de Estero, decide construir una capilla en Sumampa, Argentina, para venerar a Nuestra Señora. Luego le pidió a un amigo, un marinero, que le trajera una pequeña imagen de Nuestra Señora para esta capilla. El amigo respondió enviando dos estatuas: una de María, Madre de Dios, y otra de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción.
Después de su travesía segura por mar, las estatuas fueron colocadas en un carro en Buenos Aires para hacer su viaje tierra adentro. Cuando la caravana de transporte llegó al río Luján, los hombres que acompañaban el preciado cargamento decidieron pasar la noche en la posada Tomás Rosendo. A la mañana siguiente, sin embargo, sucedió algo extraño: la carreta tirada por bueyes que transportaba las imágenes de Nuestra Señora no se movía. Todos los esfuerzos para mover el carro fueron infructuosos hasta que se descargó la imagen de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción. Tan pronto como la imagen estuvo fuera del carro, con la otra imagen dentro, el carro pudo ser tirado con facilidad.
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El carro en el que se llevaron las dos estatuas de Nuestra Señora.
Los hombres entendieron que esto era una señal de Dios; Nuestra Señora quería quedarse allí, porque era en Luján donde debía ser venerada. Así, la imagen de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción permanecería mientras la otra continuaría su viaje hacia el norte hasta Sumampa. La estatua de la Inmaculada Concepción, ataviada con un vistoso vestido azul y blanco, fue entronizada en una pequeña capilla junto al camino. Mientras tanto, ocurrieron otros milagros y curaciones. Un hombre de nombre “Negro Manuel” fue el encargado de velar a la Virgen en la capilla; su devoción por ella sería ampliamente conocida en toda la región, ya que la sirvió durante 40 años. En 1671, una mujer llamada Doña Ana de Matos donó un terreno de su hacienda para aumentar el tamaño del santuario, así como para la construcción de lugares de estancia para los peregrinos. Estos albergues crecieron y crecieron a tal punto que para 1682 el asentamiento de facto se convirtió en la Ciudad de Luján.
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Relieve del “Negro Manuel”, encargado del cuidado de la Virgen
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El carro en el que se llevaron las dos estatuas de Nuestra Señora.

Nuestra Señora de Luján continuaría otorgando sus bendiciones y ganando la devoción de su pueblo por muchos años más. El 8 de mayo de 1887, Monseñor Federico León Aneiros, arzobispo de Buenos Aires, colocó a Nuestra Señora de Luján una corona imperial de oro bendecida por el Papa León XII. En conmemoración de este evento, su fiesta se celebra el 8 de mayo de cada año desde entonces.

Nuestra Señora de Luján llegaría a ser tan querida que muchos dignatarios, prelados y personalidades famosas la han visitado a lo largo de los años. Manuel Belgrano, padre fundador de Argentina, visitó el santuario tanto en 1812 como en 1813, así como en 1823. Luján recibió, también, a José San Martín, líder del movimiento independentista sudamericano. En 1824, Giovanni Mastai Ferreti, el hombre que luego se convertiría en el Beato Papa Pío IX, visitó la iglesia como asistente del vicario apostólico en ese momento. En 1895, San Francisco Xavier Cabrini vino a Luján en peregrinación, y San Luis Orione visitó el santuario varias veces entre 1921 y 1935. En 1934, el Cardenal Eugenio Pacelli, quien luego se convertiría en el Papa Pío XII, visitó Luján como Legado Papal al Congreso Eucarístico Internacional realizado en Buenos Aires ese año. San Josemaría Escrivá vino en peregrinación en 1974 y el 11 de junio de 1982 el Papa San Juan Pablo Magno visitó el santuario con una Rosa de Oro.

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Historia de Luján y el IVE

El Padre Carlos Miguel Buela puede recordar el día que era seminarista en el que se arrodilló en el comulgatorio derecho de la basílica de Luján, pidiéndole que guiara su vocación y muchas otras vocaciones religiosas y sacerdotales. Años más tarde, sin embargo, durante la fundación inicial del Instituto, el P. Buela se mostró reacio a nombrar a Nuestra Señora de Luján como su patrona, debido a que no quería imponer una devoción particular o que el título de “Luján” compitiera con los otros 30.000 títulos atribuidos a Nuestra Señora. Sin embargo, el p. Buela discernió en 1999 que era hora de promover a Nuestra Señora de Luján iniciando el “Proyecto Luján”, por varias razones. Primero, Nuestra Señora de Luján fue la receptora del mayor número de devociones particulares entre los misioneros de la IVE. En segundo lugar, Nuestra Señora de Luján es la patrona de Argentina, nación en la que nació el Instituto. Y tercero, las muchas bendiciones y gracias concedidas al Instituto han sido atribuidas a la intercesión de Nuestra Señora de Luján.

Nuestra Señora de Luján sirve como Patrona del Instituto y como tal ha desempeñado un papel preeminente en el fomento de sus vocaciones y el sostenimiento de sus misioneros. En fin, dondequiera que ha ido el Instituto, la Virgen de Luján ha ido con él, y ha difundido la devoción a ella. Fue nombrada oficialmente Patrona del Instituto en 2012.

Como patrona de los misioneros de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado, Nuestra Señora de Luján continúa su camino hacia tierras lejanas, atrayendo el corazón de todos los hombres y animándolos a acompañarla al pie de la Cruz, instrumento de la Redención y signo de la evangelización.

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